EL BLOG DEL PINTOR MARC PÉREZ OLIVÁN

Marc P. Oliván acaba de inaugurar blog.

Hace unos meses publicó el catálogo con sus últimos trabajos y he tenido el placer de prologarlo. Aquí está el texto. Confío en que no desmerezca la calidad de su obra.

En la casa donde nací había una mesa de madera en un rincón de la cocina y en uno de los cajones, compartiendo espacio con los cubiertos y un sacacorchos, apareció un día un futbolista descolorido desprendido de la barra de un futbolín. 

A veces abría el cajón y sin sacarlo de allí, pasaba tardes enteras jugando con él entre los tenedores y las cucharas, arrodillado sobre un taburete blanco que siempre encontraba debajo de la mesa. 

No recuerdo qué vínculos podía crear entre aquella figurita inútil y un amasijo de tenedores y cucharas almacenados en un cajón, pero fuese lo que fuese, el recuerdo de esa escena ha perdurado en mi memoria a lo largo de los años. Nunca atravesé un espejo para adentrarme en un mundo de magia, entonces me bastaba con acercarme a aquella mesa para hacer de un futbolista sin entrañas, con el tronco hueco y los perfiles desteñidos, el protagonista de mis fabulaciones. 

Los paisajes albergan elementos discordantes, sobresaltos que rompen el equilibrio tedioso de los escenarios previsibles. El futbolista anónimo sin club ni color, descubierto en el cajón de los cubiertos, despertaba algún tipo de ilusión, un contratiempo que activaba los mecanismos de la ficción y que justificaba todas las horas dedicadas a un mundo confinado en un reducto de madera. 

Así son las historias contadas en los cuadros de Marc P. Oliván. Relatos de esperanza, historias de resurrección, como esa del desierto de fósforos agotados con un mar de fondo y un asomo de esperanza descubriéndose contra el horizonte, la última cerilla que aun nos resta por prender. Nada más precario que el ave de madera, frágil equilibrista sobre el hilo de la duda que cruza sobre un mundo yermo. Nada es lo que parece y en el último momento reluce el brote de vida que pone un punto de esperanza donde todo parecía perdido. La madera reseca, obstinada en proyectar la sombra de incertidumbre de la que acabará germinando el verde vivo de las hojas. El halo de inspiración que rezuma la taza de café y que impregna de vida el lápiz creador. Fondos y formas confundidos recreando mundos nuevos.

La pintura de Marc no es una mera transposición de lo cotidiano al arte, sus trabajos expresan una candidez engañosa y su discurso es más que una simple manifestación estética inspirada en un movimiento pictórico. Sus cuadros son fantasías alegóricas que transmiten una forma de entender el mundo, una mirada esperanzadora que arranca de esos elementos sorprendentes que hacen de los paisajes un entorno inesperado.

Siempre queda un resquicio para la esperanza, su pintura son guiños que florecen en esos desiertos de arenas cenicientas y cielos empedrados, su obra es una invitación al espectador, una mano tendida que apetece estrechar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario