AMMAN


Amman a 31 de diciembre. Redacté estos apuntes entonces, aunque es ahora, repasando el cuaderno, cuando recuerdo las anotaciones que he ido escribiendo durante los últimos meses. Si no tengo nada que contar garabateo dibujos y eso me entretiene y hasta me ayuda a dar sentido a los apuntes. Siempre serán recuerdos incompletos, no habrá verdades absolutas, sólo las que la memoria me permita evocar, estimulada por esos trazos sin ninguna pretensión artística. En un estuche negro acumulo lápices y un par de pinceles, los lápices son de acuarela y mojando los pinceles en la lengua voy licuando los colores.


Al Café Viena se accede también desde el vestíbulo del Hotel Crown Plaza. Los hombres fuman narguilé y parecen narcotizados en sus asientos. Al entrar, el humo de las pipas se ha convertido en una cortina espesa que enturbia la vista e inunda el olfato. Cuesta poco acostumbrarse. Si no hubiese dejado de fumar ahora podría disfrutar de su mismo instante, aspirando el humo espeso que vicia el aire. Me limito a inspirar con fuerza las partículas que emborronan la atmósfera.
Hay quien toca su cabeza con la cofia jordana, de colores rojo y blanco la mayoría. Los hay que parecen hombres de negocios, tez morena, nariz ganchuda y un bigote que remarca una virilidad que no deberá ser cuestionada. Trajes de hormas holgadas, color marengo y raya ancha. Camisas blancas y miradas graves, envueltas en conversaciones abigarradas, endulzadas por el humo del tabaco, armonizadas por la música de fondo. No parecen hablar de trabajo, más parece que han terminado la jornada y han venido a descansar, a encontrarse con otros, a disfrutar del placer de conversar, puede que con los mismos que hasta ahora estuvieron trabajando. Un par de mujeres fuman sentadas en los sillones de una esquina recogida entre columnas, las cabezas descubiertas y la indumentaria occidental.En los altavoces suena música jordana a volumen de ambiente. El exotismo de la escena lo rompen las melodías universales de los teléfonos móviles.


Es un país de milagros. Tierra Santa. Tal vez lo más milagroso sea la paz. Por un lado israelíes, palestinos por el otro, fronterizos también con iraquíes, sirios y libaneses. Le pregunto a un guía dónde está el secreto, en el éxito de la diplomacia – contesta- , de su monarquía dialogante, dispuesta a ceder con tal de preservar la buena armonía. Creo que también importan las carencias, no hay riquezas naturales, kilómetros de tierra árida, muerta de sed, desiertos atravesados por jeeps transportando turistas a los escenarios de Lawrence de Arabia, alternando bajo las jaimas con los beduinos que te invitarán a un té y te venderán pistachos y cofias rojiblancas.


El turismo es su salvación, Petra, el Mar Muerto, Accaba, Amman… y el mismo guía me indica que también la cultura. Diez universidades públicas y trece privadas; veintitrés centros para un país que no supera los seis millones de habitantes. Exportar mano de obra cualificada se ha convertido en una fuente alternativa de ingresos. No hay familia jordana que no tenga algún miembro ejerciendo trabajos de responsabilidad fuera de sus fronteras. Curioso ¿verdad?, que alguien caiga en la cuenta de que la educación pueda ser una fuente de ingresos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario