ADIOS NONINO (A.PIAZZOLLA)
PINTURA DE E.NANI (SALÓN DE BAILE)
La noche se le descubrió como un pabellón prolongado, de una negrura abisal en la que al fondo brillaba un punto de luz, y sentía una irremediable atracción, como la absorción de un embudo que lo reclamaba, orientándolo hacia el centro, hacia el vértice del ángulo, y no había coacción, solo deleite ante la proximidad del punto fulgurante del que arrancaba el revoloteo de notas, como las mariposas de un vivero que parten el aire con quiebros menudos, envolventes y desconcertantes, como un puñado de confeti propulsado a las nubes por el aire cálido que exhalaba el respiradero del metro cerca de ella.
El cielo son partículas de libertad robadas al tiempo, descubriéndose en reductos insospechados, en los pasillos de un metro, en la acera de una calle. El cielo era poco más que un rincón ignorado y ella le daba vida, pulsando las cuerdas de la guitarra, llenando la misma negrura que lo arrastró hasta allí.
Nonino volaba invocado por sus dedos y por ella tendrá para siempre un lugar en esa esquina.
Así fue como ella se convirtió para él en un pedazo de cielo.
Junio 2003
(En la calle Preciados de Madrid, una joven tocaba a la guitarra esta canción de Piazzolla cuando ya escaseaban los transeúntes. Oír aquellas notas en la noche me sugirió estas líneas)
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