PAISAJES


Foto tomada en Avilés (Asturias)

A veces, cuando paseo por los lugares de la infancia, pienso en la muerte. En la de quienes me dieron sentido, en la de los que han formado parte del paisaje que conozco.


Las historias las ilustran escenarios que precisan de personajes, esos que transitan haciendo de las estampas algo vivo. Sin ellos no hay historia, solo postales amarilleando con el tiempo.

Algo así como la distancia entre el viajero y el turista, el segundo se conforma con perfiles estancados, no precisa vidas, solo decorados que encontrará siempre a su regreso. 


Para el viajero no hay paisaje sin almas cruzando las aceras, ni plazas sin rostros que las animen, ni calles huérfanas de voces. Y cuando esas vidas se agotan, la escena se diluye y carece de sentido, será para siempre solo una imagen. 

No habrá necesidad de volver. El escenario será la instantánea sujeta de un clavo que amarillea en la casa del turista .

No hay vida sin personajes. Sin ellos el pasado es un residuo que no encuentra lugar más que en la memoria y se resume en un poso evanescente que huye de puntillas por la puerta de atrás.

Por eso las historias de los viejos perecen leyendas, porque las cosas y los hombres que las habitaron ya no existen.


Agosto 2004

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