Hace aproximadamente diez años, el autor y traductor asturiano José Luis Piquero publicaba un documento que llevaba por título Diez años (y algo más) de literatura en
Asturias, donde ponía al día unas publicaciones
previas de Álvaro Ruiz de la
Peña y José Antonio
Martínez que recogían lo más significativo de la poesía y prosa asturianas
hasta el año 1991. En ese pormenorizado documento, Piquero no solo hacía mención a los nuevos nombres de la literatura del
Principado, sino que vinculaba la notoriedad y visibilidad de los autores a la
eclosión de recientes sellos editoriales y a la creación de diferentes premios
literarios que contribuirían activamente a la dinamización de las letras
asturianas.
En el año 2006, con motivo del efímero Saló de Llibre de
Barcelona, tuve ocasión de colaborar en el proyecto Literatura emergente en Asturias,
que permitió acercar a la Ciudad Condal diferentes autores asturianos y una
generosa muestra de la obra publicada por las editoriales agrupadas en el, ya
también extinto, Gremio de editores de Asturias. En aquella comitiva de las
letras asturianas solo un editor estuvo en Barcelona, Álvaro Díaz Huici, de la editorial Trea, quien en compañía
de los autores Pedro de Silva, Javier Lasheras y Jorge
Ordaz participó en la
mesa redonda que llevaba por título El
auge de las letras asturianas. El rigor y buen hacer de Díaz Huici tuvieron
su reconocimiento el año pasado concediéndole el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte, el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural por
su compromiso con la temática de la gestión cultural.
Mucho han cambiado las cosas a lo largo de estos años y no siempre
para bien. Diferentes son los motivos a los que podríamos recurrir para
argumentar la pérdida de fuerza de aquel motor editorial que Piquero vinculaba,
con acierto, al resurgir de una literatura que, como toda literatura
periférica, adolecía mayoritariamente de proyección exterior. La crisis
económica sería uno de ellos y también el cambio de paradigma de un sector
abocado a transformaciones inevitables. Aunque existen también otras causas menos
coyunturales, achacables en mayor o menor medida al oficio de algunos editores
y que tendrían que ver con cierta falta de ambición, traducida principalmente
en un exceso de localismo que convierte en casi anecdótica la distribución de
la obra publicada, más allá de los límites regionales.
Pero no todo está perdido, y aunque en términos económicos no
podamos hablar en mayúsculas de un mercado editorial asturiano que genere
riqueza, hay nuevas apuestas dirigidas por editores independientes muy jóvenes
que van tomando forma, algunas son propuestas recientes pero sólidas, con
catálogos que pronostican voluntad de quedarse, como es el caso de Hoja de
Lata, dedicada a la publicación de
narrativa contemporánea y ensayo o Pez
de plata, con obras ilustradas y una apuesta
por los nuevos narradores españoles. Más trayectoria tiene Satori Ediciones, con un catálogo tan específico como valiente, dedicado en
exclusiva a la literatura y cultura japonesas.
Otros sellos son más incipientes y casi testimoniales, más
cercanos a proyectos creativos de jóvenes emprendedores a los que conviene no
perder de vista, y ahí me atrevo a incluir la propuesta de Dos
Cuervos Ediciones que, abiertamente y sin complejos, se
definen como “proyecto de autoedición entre el libro de artista y la obra
gráfica, con ediciones limitadas y numeradas”.
Aventuras
Literarias es un experimento híbrido, una aventura
a caballo entre lo digital y lo analógico cuya resultante es un complemento
para esos lectores preciosistas que buscan rastrear las huellas geográficas de
la literatura clásica. Partiendo de una experiencia cartográfica digital, su
voluntad es trasladar al papel las rutas literarias de las grandes obras y
personajes novelescos. De momento hay que conformarse con Edgar A. Poe, Daniel Defoe, Kipling, Jane Austen y Sherlock Holmes, lo demás está en camino.
Cuando el guionista Karl Tunberg escribía los diálogos entre los personajes representados por Jack Hawkins y Charlton Heston para la legendaria película Ben-Hur, poco imaginaba que cincuenta y seis años después unos jóvenes
asturianos se valdrían de ello para ponerle nombre a su flamante editorial.
Como el galeote Judá Ben-Hur, la editorial Rema y
Vive,
también confía en resistir al menos tres años y un mes publicando ensayo
cultural. De momento, con cuatro títulos en la calle y algo así como un año de
existencia, navegan dentro de las coordenadas trazadas.
Asturias siempre ha sido un territorio propenso a las iniciativas
asociativas con voluntad transformadora y una de ellas es Cambalache,
creada en el año 2002 por un grupo de jóvenes procedentes del movimiento
estudiantil universitario. Desde sus inicios ha sido un proyecto heterogéneo en el que han
cabido diferentes propuestas, una de ellas Cambalache Libros, sello editorial
que, además de narrativa y ensayo, edita la revista La Madeja, publicación feminista de
carácter periódico.
Bestia Audax es otro de esos proyectos editoriales consecuencia de
iniciativas híbridas como las de la Asociación
Cultural Jaseljof, dedicada a la promoción de eventos
culturales relacionados con la literatura, la música o las artes visuales El
propósito de Bestia Audax es producir títulos con temas vinculados a diferentes
disciplinas artísticas, sirviendo a la vez como recurso económico para la
financiación de los proyectos de la asociación.
Quizas Suburbia sea una de las apuestas literarias más complejas. Además de tener
que sortear las dificultades de un sector en horas bajas, asume el reto de
publicar en lengua asturiana, lo que convierte su empeño en una aventura más
incierta. Sea como fuere, Suburbia lleva batallando desde el año 2007, está
cerca de los cincuenta títulos publicados en diferentes colecciones que tratan
sobre narrativa, ensayo, historia y literatura infantil, y es un sello de
referencia para conocer la nueva literatura producida en lengua asturiana.
Buena parte de estas editoriales y quizás alguna más, crecen con
la voluntad de conseguir visibilidad más allá del neblinoso Pajares,
conscientes de que, aunque el tan saeteado mundo editorial se resiste a doblar
las rodillas, hacer cultura alejados de las centralidades barcelonesa o
madrileña no es tarea fácil ni bien entendida.
Durante los últimos tres años, sin otra ayuda que la del Centro Asturiano de Barcelona, pero sin gremios de por medio ni apoyos institucionales, los
nuevos editores asturianos y algunos más veteranos, se han organizado para
estar en Barcelona y saborear las esencias de Sant Jordi en esa vorágine
festiva saturada de oferta, en la que acostumbra a primar la literatura
mediática o de gran distribución.
Laura Sandoval y Daniel Álvarez, de Hoja de Lata; Mónica Vacas y Daniel Castillo, de Aventuras Literarias y Jorge Salvador
Galindo de la editorial Pez de Plata han personificado en Barcelona ese
colectivo de nuevos editores. Sean todos bienvenidos y ojala el futuro les sea
propicio.
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