...después llueve.
Se
han recogido los músicos y el murmullo de gorriones se pierde entre el chapoteo
del agua en las ramas.
La
esfera de la Fernsehturm brilla alcanzada por la claridad que atraviesa un
resquicio entre las nubes.
Estira
una mano y ahí están, confiados y atrevidos, comiendo migajas de entre los
dedos.
Lo pequeño, lo mínimo, es más: como un gorrión.
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