LAS SALIDAS DEL BUSCÓN: DE MARCELO CASAS


Sábado 17 de octubre. Vuelvo de Sevilla después de una larga temporada sin visitarla. He aprovechado para encontrarme con amigos y callejear por una ciudad interminable, un continuo trajín entre sensaciones y sentimientos. De verdad lector - como alguien dijo refiriéndose a los que no conocían El Quijote- si aun no conoces Sevilla eres un afortunado, todavía te queda por vivir una de las mayores emociones de tu vida.
Y entre tanto bueno, ahí estaba Marcelo Casas, estrenando “Las salidas del Buscón” en el teatro “La Fundición”.
Resulta encomiable el afán de cualquier actor cómico por hacer reír y además conseguirlo, sobretodo cuando eso se logra sin recurrir al chiste fácil o a la tentadora salida de tono gruesa y predecible.
Marcelo Casas es por sí mismo una factoría, trasciende la faceta de actor y enlaza con una visión de la creación teatral mucho más particular.
Tal vez porque la necesidad obliga, y falto al inicio de esa popularidad que abre puertas, opta por hacer el trabajo a su medida y recurre a los propios guiones, a las propias canciones, al propio vestuario, a los propios gestos…todo imprescindible para lograr esa singularidad que lo hace difícilmente encasillable.
Su trabajo como actor es un refundido de mimó, cuenta cuentos, clown, artista de varietés y transformista. Las obras de Marcelo Casas son un ejercicio de transfiguración, de mutación permanente, hay un ir y venir a través de un guión concebido para romper cualquier fórmula convencional. Un malabarismo constante para integrar diferentes resortes en una misma historia.
"Las salidas del Buscón" es una reflexión humorística nada inocente, es una elucubración sobre la felicidad que cierra el telón sin conclusión. Un recorrido, a través de una polifonía de personajes y de recursos interpretativos, que pretende dar respuesta a la principal aspiración humana.
Si hay una dificultad especial en una obra de estas características, cargada de digresiones e irracionalidad, es conseguir la redondez del círculo, llegar a penetrar en la conciencia del espectador y concluir con una sensación de coherencia al final de un espectáculo plagado de guiños y de contenidos para la reflexión.

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