LOS PLACERES - VIII JORNADAS DE LITERATURA


De nuevo repetimos en Pravia. De la pasada edición hice una reseña cargada de nostalgia, supongo que por necesidad inherente a esta personalidad mía construida a golpe de emociones dolientes (¡qué irritante llega a ser!). Y como esa premura quedó ya resuelta y el alma saneada, se trata ahora de hacer una reseña más prosaica, intentado ofrecer un punto de vista más global.
Para mi, que me muevo discretamente entre las bambalinas culturales de una ciudad grande como Barcelona, siempre a vista de gorrión anónimo, pero con cierta perspectiva de lo que sucede en una ciudad que rezuma diseño, vanguardismo, modernidad, multiculturalidad…todo eso que dicen que suda la Barcelona modernista de Gaudí, la cinéfila de Allen, la Olímpica de Maragall , la del Forum de las Culturas, la de las estatuas humanas de Las Ramblas, la del Raval polimorfo, la del turismo que va y viene pero menos, la ciudad que algunos se han atrevido a odiar por escrito… Pues eso, desde este macrocosmos de idealizado fulgor cultural, los encuentros como el de Pravia ofrecen una perspectiva mucho más intimista y próxima; los percibo como esos aperitivos abundantes que disipan el apetito y nos hacen intragable la suculenta lubina del primer plato. Son como micromundos donde la cultura se desnuda de la elocuencia más divina y la gente alterna salvando distancias, aparcando vanidades (siempre quedan algunas no resueltas) haciendo del libro una fiesta en la que todos caben, autores (de dentro y de fuera), editores (sorprende la ausencia de los asturianos), periodistas… Será que el acercamiento lo propicia la falta de focos, la ausencia de cámaras, o esa población cargada de historia, menuda y acogedora, que hasta ha honrado con una plaza a los escritores, alfombrado el suelo con baldosas dedicadas, como en Hollywood, pero más hogareño. En resumen un cónclave festivo donde la cultura se ameniza con otros placeres, placeres que este año fueron el eje temático de las jornadas.
El mérito de Pravia no es pequeño. Una población con poco más de nueve mil habitantes albergando cada año esta cita promovida por la AEA (Asociación de Escritores de Asturias). Sin boatos ni protagonismos, sin políticos marcando tempos ni rezumando ideologías, sin otra pretensión que ser partícipes y colaboradores, contribuyendo a que la cultura tenga su hueco, sus minutos de gloria.
Son ya ocho años de jornadas, cinco consecutivos en Pravia, cuatro a los que yo asisto, y como el elogio es sano pero conlleva riesgo de autocomplacencia, no me resisto a despedirme sin una última reflexión. Desde los ochocientos cincuenta kilómetros que me separan de esa geografía y desde la perspectiva de la distancia, echo en falta mayor proyección del evento. Las jornadas necesitan un impulso mediático, superar las lindes asturianas, esa frontera con la que me encuentro en forma de veintidós anacrónicos kilómetros de carretera general entre Unquera y Llanes (si no lo digo reviento), tramo que me recibe junto al indicador de bienvenido al Principado de Asturias, como una burla, como una metáfora de la desidia.
Las Jornadas de Pravia concitan calidad literaria suficiente como para que las aportaciones de los invitados trasciendan el mercado del consumo propio. Generar notoriedad en el resto de la geografía española debe ser también un objetivo a plantearse. Pravia y la literatura asturiana se lo merecen.

2 comentarios:

  1. qué lástima habérmelo perdido este año...intenté ir pero nu pude...espero volver a veros pronto :)

    Bxuss,
    ada

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  2. Los editores asturianos son tan endogámicos que no se acercan ni hasta Pravia. Poco más o menos, igual que la mayor parte de sus escritores. Un saludo y gracias por esa información.

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