A los acontecimientos históricos
del siglo pasado podemos acercarnos de diferentes maneras. Una es a través de
los libros de texto o de los ensayos académicos que, con intencionalidad
pedagógica y presumible objetividad, nos instruyen sobre esos precedentes que
nos inquietan. Las novelas históricas, profusas en detalles y personajes que se
alternan o evolucionan a través de inagotables páginas según los modelos del
siglo XIX, son otra posibilidad. Son historias contadas a vista de gran
angular, donde los paisajes son extensos, las acciones y los protagonistas
muchos y la dimensión de lo narrado abarca múltiples escenarios.
Pero hay otras narrativas, las
que nos acercan al pasado no tanto desde los hechos acontecidos sino desde el
punto de vista de los personajes, primando el relativismo de sus percepciones.
Se trata aquí de reemplazar el gran angular por la lente macro, penetrando en
la esencia del personaje, pasando de la literatura de magnitud a la literatura
de profundidad.
Carpas para la Wehrmacht, de Ota
Pavel, también mira al mundo desde sus protagonistas, transita por los
acontecimientos como si la historia fuese un escenario donde los personajes se
ven obligados a vivir. Son ellos, su punto de vista, el tamiz al que Pavel
recurre para acercarnos a unos momentos en los que, obviando la objetividad de
la crónica o la pluralidad de una novela coral, apuesta por la intensidad
emocional de una primera persona, la suya.
Ota Pavel nació en Praga en el
año 1930, se convirtió en periodista deportivo y ejerció como cronista en las
olimpiadas de Innsbruck del año 1964. Allí experimentó los primeros síntomas de
una enfermedad mental que lo apartaría del periodismo, pero que le permitiría
encontrar en la literatura una forma de terapia con la que aliviar sus
conflictos, convirtiéndole en un valioso escritor autor de dos obras
autobiográficas, Carpas para la Wehrmacht y Cómo llegué a conocer a los peces,
ambas publicadas por Sajalín Editores.
Carpas para la Wehrmacht es un
conjunto de relatos que, por su cronología y reiteración de personajes, bien
podría considerarse una novela autobiográfica. Aunque escritos en primera
persona por un narrador que fácilmente identificamos con el propio Pavel, el
auténtico protagonista es su progenitor, el singular Leo Popper, cuya peripecia
transcurre a lo largo del periodo comprendido entre los años previos a la
ocupación alemana de Checoslovaquia y la época estalinista.
Leo Popper es un iluso, un
quijote obsesionado por los negocios y los peces, hasta el punto de adquirir
una balsa donde criarlos esperando hacerse rico con su venta. Su historia es la
de un fervoroso soñador que vende electrodomésticos hasta llegar a convertirse
en campeón del mundo de la empresa Electrolux, mérito insignificante llegados
los tiempos de la supervivencia. Vivió los años del protectorado nazi de
Bohemia y Moravia, padeció miseria, por judío fue despreciado y represaliado, y
trabajó con dos de sus hijos en un campo de concentración hasta acabada la
guerra. Las consecuencias del estalinismo fueron su última frustración.
En poco más de cien páginas y
conjugando a la perfección la profundidad del drama con el humor ácido que
desprenden las historias de un padre corajudo y persistente, Ota Pavel
construye la narración de una historia familiar repleta de complicidades, y es
a través de esos ojos que vamos descubriendo los hechos que forman parte de la
historia reciente.
Carpas para la Wehrmacht tuvo tal
vez para Ota Pavel un efecto terapéutico, pero su narrativa trasciende las
fronteras de lo interior, sus relatos no son composiciones acotadas por los
límites de su enfermedad, van mucho más allá. Tan allá como sea necesario para
hacer de un relato particular una historia universal apta para lectores
exigentes.
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