SUKKWAN ISLAND de David Vann
Kim Covenney me informó de la presentación de “Sukkwan Island” (Edic. Alfabia 2010) en la librería Laie de Barcelona. Entretenido en otras cosas y con la cabeza quién sabe dónde me pasé de largo el lugar de la cita y a punto estuve de olvidarme del tema. Llegué cuando David Vann respondía las primeras preguntas. No conocía ni el autor ni su obra, pero si a Kymm le parecía digno de interés supuse que merecería la pena escucharlo. No me equivoqué. A medida que las preguntas avanzaban e iba conociendo la particular existencia de David Vann más me sorprendía aquella actitud beatífica, aquella sonrisa permanente y el humor con que respondía a cada interpelación que la intérprete le iba traduciendo.
David Vann nació en la isla de Adak, en Alaska. El divorcio de sus padres cuando contaba trece años de edad le obligó a instalarse con su madre en California. Su padre, un dentista adinerado, poco fiel a sus parejas y defraudador de hacienda le pidió que pasase un año con él en Alaska. Demasiada juventud y demasiado inhóspito el territorio como para alejarse un año de la madre y de su hermana. Fuese por la negativa o porque el destino no entiende de voluntades, dos semanas después su padre se suicidaba. Tras muchas vueltas y sinsabores David Vann concluye que la muerte de su padre era un final inevitable, lo que no le libró de arrastrar el peso de la culpa durante muchos años.
Lo atormentó y persiguió el remordimiento hasta que decidió expiar sus sinsabores por la vía literaria. Diez años de trabajo dieron forma a “Sukkwan Islánd” pero hicieron falta doce más para que lograra ver la luz.
El arranque de la novela parte de esa invitación del padre a convivir juntos en Alaska. Alterando la inevitable realidad y con el ánimo de desentrañar el otro posible rostro de la historia, acepta la invitación como quien acepta un reto que ira desgranando en un mundo de ficción.
Tres protagonistas encarnan el relato, Jim y Roy, respectivos alter ego de su padre y de David Vann, y la naturaleza, un entorno demoledor que condicionará el discurrir de la historia.
Su obra ha sido comparada con la escritura de Cormac McCarthy, es posible, pero “Sukkwan Island” trasciende la ficción literaria, es un ejercicio de reparación, la búsqueda de una respuesta con la que aliviar demasiados años de calvario.
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